COMUNICADO OFICIAL DEL IM&MA ANTE EL CONFLICTO CATALÁN

Tenebreo, 24 de octubre de 2017.

¡Monjas y monjes! ¡Monjerío! Por la quijada de un burro mohíno que hemos de hablar con verdad sobre el conflicto catalán: robusto como un guardia de discoteca, sensible como una mujer preñada, obsoleto como una enciclopedia sin estrenar, triste como unos pedruscos en sus hondas, así es el conflicto catalán. Como un paraguas roto contra las bondadosas tormentas del abecedario, como el espíritu ilusionado de las golosinas; desconexión, desafección, desfasado el lamento oficial, abierto a lo cerrado igual que una ciudadanía de magnates saliendo de las tinieblas.., ¿seguiremos? Luciferino, celestial, los agravios, los acicates..., y así, monjas y monjes, todo el monjerío, es el conflicto catalán.

¡Monjas y monjes! ¡Monjerio! Las luchadoras de amplio espíritu, ante el conflicto catalán, ¿deben juntarse con tahúres? El futuro os lo dirá, no sufráis: en los libros bestiales la vida entera cabe en el primer capítulo, considerad que cada escalón brilla como hierba fresca al pisarlo. Desde el campanario del arco iris se divisan unas largas hileras de tractores, van para Barcelona. ¡Pero monjes y monjas, monjerío!, ¿por qué acuden tantos del campo a la ciudad?, y por el forro vuelto de esa pregunta, a través de tales pespuntes, a esa velocidad es propicio considerar el conflicto catalán. 

La naturaleza de las cosas se pierde como la luminosidad; en la enjundia de una bandera están las frascas llenas de otras banderas. Quien apresa la flecha al vuelo... ¡Pero no! ¡Mejor navegar! ¡Poder con las fieras! ¡Ah, pelafustanes! ¡Enamorar a pasto, marcar siempre de tacón en el último minuto! ¡En Manila y en Laos, en Santiago de Cuba, por la noche caliente acodarse en las barras y cabalgar por las fronteras!, y así, como una jaula en la que ondeasen muchas banderas -¡Mi bandera!, ¡Mi bandera!-, pero el loro de dentro nada blandiera -monjas y monjes, monjerío-, así es el conflicto catalán. 

Quien mira el conflicto catalán desde abajo, mira el conflicto catalán desde abajo. Quien mira el conflicto catalán desde arriba, mira el conflicto catalán desde arriba. Quien mira el conflicto catalán de cerca, mira el conflicto catalán de cerca. Quien mira el conflicto catalán de lejos, mira el conflicto catalán de lejos. Cada cual vigila y mira desde sus promontorios, desde dentro, desde fuera, con catalejos, con vendas o con microscopios.

Quien huele, quien oye, quien toca, quien sabe, quien siente el conflicto catalán desde afuera, huele, oye, toca, sabe, siente el conflicto catalán desde afuera. Quien huele, quien oye, quien toca, quien sabe, quien siente el conflicto catalán desde adentro, huele, oye, toca, sabe, siente el conflicto catalán desde adentro. Quien oye el conflicto catalán, quien goza el conflicto catalán, quien lo padece, quien lo acaricia, oye y goza y padece y acaricia el conflicto catalán. Y entonces, ante su mecanismo, ¿están huyendo o no los miserables? ¡Mirad!, faltan catorce pasos para entrar en el conflicto catalán, faltan trece pasos para entrar en el conflicto catalán. Porque destruir, las consejas de los druidas, llenarse el hambre de espárragos del Ampurdán y el corazón de amor independentista, tocar el piano en tractor, también eso es el conflicto catalán. ¡El fruto prohibido al alcance de la mano! ¡La espoleta para la revolución, la herramienta con buen mango! ¡Aquí pondremos la banca de resistencia y ahí a los pobres inmigrantes y allí a los heterosexuales!

Lugares de la encrucijada son solipondios de las maneras turbias. Así es como se dice el conflicto catalán cuando chapoteas por las inteligencias próximas. Pero cuando chapoteas por las inteligencias lejanas, ¿cómo debemos encumbrarnos, trepar, maniobrar, encaramarnos por el conflicto catalán? ¿Cuál es el perímetro de la solidaridad cuando la consigna es dar pena? Y ahora, ese dar pena, ese afán por las máscaras obligatorias, ¿es una trama o es bobería? Tratar a las gentes como si fueran gilipollas, monjes y monjas, monjerío, ¿es propio o no lo es de gilipollas? 

¡Monjas y monjes! ¡Monjerío! ¿Os anega el conflicto catalán? ¿Os entristece? ¿Os estimula? ¿Acudís al conflicto catalán como a una peregrinación, como a beber en una fuente? ¿O vais por el conflicto catalán como quien esquiva un ortigal, como quien busca un oasis, un charco perdido en el desierto, como quien llega tarde al autocar? Pues sabed que cuando el conflicto catalán es grande, se hace pequeño, y cuando el conflicto catalán es pequeño, se hace grande.

Escuchad: quien pone su mente, su corazón, quien pone su espíritu al nivel de sus consejas, quien se enardece, quien convoca, quien se queja; quien enmogollona sus actos, sus pensamientos y sus palabras con cartas marcadas, quien está completamente consagrado a tener razón, ¿va por ventura por el auténtico camino del conflicto catalán o va por ventura por el inauténtico camino del conflicto catalán? ¿Cuáles son las fronteras del espíritu? ¿Dónde ponerlas? 

Escuchad: quien iguala el conflicto catalán por abajo no es como quien iguala el conflicto catalán por arriba. Sin embargo, por arriba o por abajo, el conflicto catalán se tiene por uno mismo. Una hoguera sola en el mundo es el conflicto catalán, los incendios deben esperar, no se venden a crédito. ¿O no, no deben esperar? 

¡Monjas y monjes! ¡Monjerío!: no podemos saberlo, it´s very difficult todo esto. Hay un espesor práctico que quiere escapar de lo que se enfanga con el barro hueco de tantas palabras. Apenas viene la mañana y ya está ahí, como un cielo estancado de nubes bajas, el conflicto catalán. Al acudir a las tareas, el conflicto catalán. En el tiempo de asueto, por las terrazas de los refectorios, cuando son las nueve de la tarde, cuando son las cuatro y media de la noche, el conflicto catalán. Como un deporte lento, como una masacre hecha festival de seis veces seis toros, el conflicto catalán. Pancarta a pancarta, noticiario a noticiario, pincho de tortilla a pincho de tortilla, mientras arden como teas todos los bosques del oeste y ya son ceniza las casas y los pastos y el ganado todo y, aunque no nos fijemos, toda la gente.

Arde la tierra en el agro, pero en la ciudad, en el teatro, el magisterio de los trazos hace mejor el sufrimiento, el reflejo de los compatriotas, el hombre blanco valiente, el continente en este mismo escenario de la sensibilidad humana -¡monjas y monjes, monjerío!-, queridos premiados, cuando se cumplen efectivamente las esperanzas de millones de ciudadanos después de tantas convulsiones, ay, el proyecto común que seguimos haciendo entre gallos de pelea y división y Moiseses separando las aguas hasta que llueva el agua con un horror ácido.

Hacia el horror, esto no es un sueño como reflejan las actas del jurado, un ejemplo de bienestar frente a la discordia de fanatismos, lejos de la ilusión del abismo que nunca se desvanece en el compromiso integrador. ¡Ah, cuyons!, la hermandad, la convivencia, la honestidad, lo que se firma, señoras y señores, un teatro que dura ya 125 años -¡y por veinticinco pesetas, señoras y señores, por 25 pta!-, la cosa de la secesión, y esto es, en esto consiste también la médula dentro del hueso nutritivo del conflicto catalán, la retórica del sufrimiento cuando el sufrimiento es ajeno si te pagan por ello. Pero entonces, ¿en qué se cimienta, en qué meandros de grandeza, en qué temores, en qué álgebras, en qué imposiciones, en qué fracturas, el conflicto catalán? 

Hay un patrimonio común en cualquier ideal de andar por casa. Ningún proyecto de futuro nace de la malquerencia a los poderes que dirigimos la comunidad de propietarios este tiempo. Con legítimo orgullo, con todos los aplausos y la piel sedosa de las soluciones, señoras y señores, reyes y más reyas, autoridades, monjas y monjes, consolidado monjerío: mirad la prosperidad, nuestra prosperidad, escuchad atentamente, con una nitidez dura, nuestras palabra; leed en las pelotas de goma de nuestros labios cívicos y morales, en nuestra aclamada gama de pintalabios para estos tiempos hoscos y difíciles; unos labios, una palabras que ponemos sobre la mesa y unas santas pelotas en las que creemos en paz; ejemplo, compromiso y entrega en esta tierra leal tan querida y siempre admirable. Entonemos entonces con lágrimas no oficiales ni en los ojos ni en los labios un himno de parranda -¡me ponga por favor cuarto y mitad de conflicto catalán!- y ahí, en el mundo embriagado, en ese ansia por saltar silbando las vallas del horizonte, ahí espera la pulpa, el hueso del melocotón, subyace la espuela -¡leed en vuestros espejos, leed en todos los anuncios de remedios contra los talones agrietados de todos los afanes y todos los labios, monjas y monjes, monjerío!-, la epifanía tipo pilsen del conflicto catalán.

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